Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) tienen un impacto considerable en el cambio climático, que es una amenaza constante para la seguridad alimentaria mundial (IPCC, 2018). El ganado rumiante es responsable del 56 % de las emisiones de GEI agrícolas y del 93 % de todas las emisiones ganaderas a nivel mundial (Watts et al., 2021). Entre las fuentes de emisiones de GEI de los sistemas de ganado rumiante, el metano entérico (CH4) es el principal contribuyente, alcanzando hasta el 87 % de las emisiones totales de carbono según el tipo de sistema de cultivo (Figueiredo et al., 2017). Teniendo en cuenta que el CH4 es un GEI potente, pero de corta duración, se necesita con urgencia disminuir su emisión para limitar el calentamiento global a corto plazo (Comisión Europea, 2020; Arndt et al., 2022). Sin embargo, para disminuir el impacto en el medio ambiente, la cantidad de CH4 producido a nivel de granja debe estimarse con precisión para poder cuantificar los esfuerzos de mitigación (Niu et al., 2018). La estimación precisa de las emisiones de CH4 también es importante para permitir que los países mejoren sus inventarios nacionales de GEI, que es la base para desarrollar planes de estrategias de mitigación (Moraes et al., 2014).