Metano (CH4) es un poderoso forzador climático de corta duración (IPCC, 2018) y la disminución de sus emisiones es de vital importancia para limitar el calentamiento global a 2,0 °C por encima de los niveles preindustriales, tal como se define en el Acuerdo de París (Asamblea General de la ONU, 2015; Arndt et al., 2021). Los esfuerzos de mitigación exitosos implican una estimación precisa de las emisiones en la granja (Niu et al., 2018). También es necesaria una estimación precisa de las emisiones de CH4 para permitir que los gobiernos mejoren sus inventarios de gases de efecto invernadero (GEI), que es la base para que los formuladores de políticas desarrollen planes de mitigación (Moraes et al., 2014). Se han desarrollado varios modelos de predicción empíricos (Niu et al., 2018; van Lingen et al., 2019) como alternativa a las técnicas actuales de medición de CH4 in vivo (Hammond et al., 2016). Estos modelos pueden ser útiles para estimar las emisiones de CH4 entérico sin realizar experimentos extensos y costosos (Patra y Lalhriatpuii, 2016; Hristov et al., 2018). Sin embargo, los metanálisis recientes se basaron principalmente en datos de los EE. UU. y la UE. con datos mínimos o nulos de la región de América Latina y el Caribe (LAC) (Moraes et al., 2014; Niu et al., 2018; van Lingen et al., 2019). Estos análisis concluyeron que los modelos específicos de la región son más precisos para predecir la producción de CH4 entérico que los modelos globales, principalmente debido a las especificidades relacionadas con las dietas de los animales y los sistemas de gestión de alimentos (Niu et al., 2018; van Lingen et al., 2019).