En 2019 los desplazamientos turísticos internacionales, según los datos de la Organización Mundial de Turismo, alcanzaron la cifra de 1.460 millones, dentro de un proceso de crecimiento ininterrumpido desde la crisis financiera de 2009 hasta la irrupción de la pandemia provocada por la Covid-19 que, prácticamente, ha paralizado la actividad turística mundial. Por otra parte, las cifras de turismo doméstico multiplican por 6 las registradas en los movimientos de carácter internacional.
En la Comunidad iberoamericana la actividad turística tiene un peso indiscutible. España y México se encuentran entre los diez principales países receptores de turismo internacional, con 84 y 45 millones de llegadas en 2019, respectivamente. Por subregiones turísticas, siempre según datos de la Organización Mundial del Turismo referidos a 2019, El Caribe recibió 26.4 millones de llegadas internacionales, América Central 10.9 y América del Sur 35.4. La participación del turismo sobre el Producto Interior Bruto es elevada en países como España (12%), México (9%) o Uruguay y Portugal (8% en ambos casos). Además, la contribución a la generación de empleo suele ser porcentualmente más relevante y más destacada en el caso de jóvenes y mujeres, a la vez que el turismo sustenta una red de pequeñas y medianas empresas que facilitan el emprendimiento y favorece relaciones intersectoriales positivas con otros sectores como la agricultura, la artesanía y el comercio. Por otra parte, el turismo bien planificado favorece la preservación del patrimonio ambiental y cultural de los territorios donde se desarrolla.
Sin embargo, el turismo también es fuente de impactos negativos y de conflictos territoriales y socioeconómicos allí donde no ha sido objeto de una planificación y gestión adecuadas. La inserción de los destinos en el ecosistema turístico global genera relaciones de dependencia económica respecto a actores globales como los tour operadores o las compañías aéreas; produce cargas ambientales y socioculturales que no se ven compensadas por los beneficios del turismo; provoca competencia de usos por recursos escasos como el agua o el territorio con otros sectores económicos como la agricultura; y fomenta la precarización laboral.
De acuerdo con la relevancia económica, sociocultural y territorial de la actividad turística en la Comunidad Iberoamericana, esta acción estratégica centrada en el turismo se plantea, inicialmente, tres líneas temáticas interrelacionadas:
2. Seguridad. La crisis de la Covid-19 ha tenido un efecto devastador en la actividad turística y plantea enormes retos para su reactivación (supervivencia empresarial; medidas higiénico-sanitarias en establecimientos turísticos; restricciones a la movilidad; ciberseguridad; etc.) que interesa abordar desde una perspectiva de cooperación internacional.
3. Inteligencia. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación constituyen un factor de transformación de la actividad turística de primer orden ante el elevado grado de adopción por la demanda turística y su influencia en la producción y el marketing turísticos. La competitividad de los destinos turísticos requiere mayores niveles de innovación y de aplicación de nuevas tecnologías, procesos que también pueden favorecer la sostenibilidad y la seguridad sanitaria en un marco de gobernanza adecuado. Con esta orientación se impulsan los destinos turísticos inteligentes en países como España, México o Argentina, un enfoque de gestión que puede convertirse en referencia para la Comunidad Iberoamericana y que favorece la integración de la comunidad científica y tecnológica en este ámbito.
Las tres líneas temáticas planteadas requieren un impulso de la investigación en materia turística de carácter interdisciplinar y vocación integradora de la cuádruple hélice (Administraciones, Universidades, Empresas y Sociedad Civil) en un marco de cooperación iberoamericana. La producción científica en el ámbito del turismo en la Comunidad Iberoamericana ha crecido de manera significativa en el presente siglo, ciertamente con carácter desigual, pero necesita afianzarse en mayor medida para afrontar los retos que inspiran las tres líneas temáticas de esta acción estratégica, adaptarse mejor a las necesidades de las empresas, administraciones y la sociedad civil y configurar un entorno de colaboración que favorezca la generación de conocimiento turístico al servicio de la Comunidad Iberoamericana.
