Artículo científico
La aplicación del test de diatomeas (Pollanen, 1994) se basa en la búsqueda de diatomeas de los órganos vitales en la persona fallecida (Singh et al., 2013; Maidana, 2013). En los laboratorios forenses de Argentina, el diagnóstico de muerte por sumersión sólo se confirmaba con la búsqueda de geoplancton. Posteriormente, Trezza et al., (1996) propusieron el estudio de las diatomeas en médula ósea y tejidos blandos como práctica en distintos cuerpos en Argentina. Las muestras a analizar podrán ser obtenidas de tejidos del cuerpo de la víctima, órganos blandos como pulmón o corazón (Fig. 1), se colocarán en un recipiente esterilizado y se conservarán refrigeradas hasta su análisis; también se podrán obtener de la médula ósea recuperada de un hueso largo o plano (esternón, fémur, húmero); de la sangre de la cavidad cardiovascular de la víctima y del lugar del hallazgo del cuerpo. La presencia de fitoplancton en la sangre o en órganos blandos de una víctima resulta uno de los indicadores más confiables de muerte por sumersión para el análisis de diatomeas. Cabe destacar que son pocas las oportunidades en las que los médicos patólogos envían un corazón o un pulmón para realizar la pesquisa de plancton al laboratorio forense. Sin embargo, aún en las situaciones en las que sólo quedaran restos esqueléticos resulta posible determinar la presencia de diatomeas en la médula ósea de los huesos; es por ello que durante el transcurso de la sumersión de una persona, las partículas cuyo tamaño sea menor a 30-40 micrones podrán atravesar la interfase alveolo-capilar e ingresar a la circulación del cuerpo.